Thursday, April 26, 2007

El son del Tilingo-Lingo


Notable es que no he publicado tan seguido en este, mi blog. Esto es debido a que el mundo laboral, ha demandado más de mi tiempo; aquel tiempo que antes era invertido en pasear por la ciudad, y en planear cómo conquistar alguna república poderosa (al menos en el Age of Empires II), entre otras cosas. Toda esta verborrea innecesaria, lleva a que semanas atrás, sentía una urgencia de escapar de la Ciudad de la Desesperanza. Viajar, vacacionar a una de nuestras hermosísimas playas de nuestra vejada patria, era la solución. Entonces, en compañía del Perfecto Extraño y de la Señorita Pedrolas, partí hacia el Puerto de Veracruz.

Como nada puede ser perfecto, y menos en mi vida. En el autobús, me topé con un troglodita que me robó mi lugar de la ventana. Al comentarle su error, él sólo repetía “¡treintaicinco!” y señalaba el asiento que eclipsaba con su flatulenta inmensidad, donde yacía postrado. Chequé mi boleto. Efectivamente, el mío era el de la ventana. Entonces se lo mostré de nuevo al gordito gandalla, y él empecinado en que el 35, era el de la ventana. Le hice de nuevo ver su error, ahora de la manera más violenta posible. Por fin, logré que levantara su desparramada persona. Al final, me hice del lugar que el Perfecto Extraño me había hecho favor de escogerme.

El camino fue placentero en la compañía auditiva de Beth Gibbons, Prom Queen y Pink Floyd, pero pudo haber sido mejor si mi compañero no hubiera abarcado con sus codos y sus piernecillas mi lugar, y lo peor: que no se hubiera tirado un apestoso y cuasimortal gas. Pero bueno, al final se durmió casi todo el camino, noqueado, tal vez por los agresivos humores de su flatulencia. Mientras, los demás seguimos disfrutando del viaje, quizá en un ambiente inhóspito para nuestros pulmones, pero no teníamos alternativa.

Después de algunas películas chafas, unos cuantos cientos de kilómetros y hartos cerros, ejidos y predios, llegamos al puerto de Veracruz encontrándonos con un ventarrón que casi nos regresa volando al DF.
Sobrevivimos. Nos quedamos.

Yo no tenía el gusto de conocer Veracruz. Es lindo. Claro que una de las razones por las que decidimos vacacionar, era para escapar de la gente, para ir a un lugar con más paz… Y pues con la cantidad de gente que había, ese objetivo no se cumplió.
No me puedo quejar, digo, respiramos otros aires (y no me refiero a los del señor del bus), nos asoleamos, conocimos, recreamos, reímos, bebimos, caminamos, volvimos a beber, comimos muy rico… y lo que suele hacer la gente corriente en sus vacaciones.