Postal metropolitana 1
EXT: DÍA: CALLE
La avenida Constituyentes, experimenta, por inverosímil que parezca, un flujo vehicular espeso, todos quieren llegar al mismo lugar a la misma hora. El sol casi cenital, se encarga de calentar más las láminas de los coches y el pavimento.
Paramos.
Al raz del cofre y de los techos de los demás autos, se distorsiona el horizonte con fantasmillas transparentes.
Avanza.
Alto total.
Un camión atrás acciona sus frenos neumáticos repetidamente, TSS TSS TSS TSSSS.
Un agente de tránsito desquita su sueldo moviendo su mano derecha, abierta con los dedos juntos, como si estuviera remando una barcaza hacia una tierra de oportunidades. El movimiento alterna su origen a veces en el codo, y a veces desde el hombro.
Él tiene la idea ingénua en la cabeza de que gracias a él, el tráfico está avanzando, si no fuera por su acción, los transeúntes no tendríamos rumbo y chocaríamos como carritos eléctricos que venden en el centro.
El agente sigue y sigue, y sigue un poco más; poniendo celoso al conejito de las pilas.
Avanza lento.
El agente de pie, justo abajo de la banqueta en la esquina de Constituyentes y Mil Cumbres, continúa su labor. Una muchacha, con disfraz de oficina, optó por caminar y pasa a lado del policía. Al pasar junto a él, el agente la revisa, la escanéa, la sigue con mirada lasciva. Por un instante, mientras sus hombros se empataron, el policía bajó la mirada, pero al momento de que ella siguió caminando en dirección contraria a él, su cabeza giraba, incursionando en el límite para el ser humano, pero no para los halcones. Su mirada seguía analizando la tela en la falda de la muchacha.
Revisó las pantorrillas, el reverso de las rodillas, la nalgas, la lonjita en la espalda baja.
Su mente fantaseó.
Su brazo no paró de moverse.
6 Comments:
La pura finura con los policías, son las personas con las que menos me siento segura.
sublime como lo redactas jajaja elegancia total junto con un monoculo y tu sombrero de copa
lo hice tecleando sin quitarme los guantes y fumando mi pipa, la pura finura...
Ni el monóculo. Simplemente, tu no pierdes detalle.
Y mientras escribías, tu lacayo lustraba tus zapatos de charol.
debo dejar de horrorizarme es el tercer monóculo que rompo esta semana...
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