Postal Metropolitana 3
EXT: TARDE: CALLE
Palmas, cruce con periférico.
Un hombre de unos 50 años, responsable de una carretilla portadora un gran cubo de hielo enfrentando una batalla a los estragos del calor, los rayos del sol de la tarde menguante, iluminan las coloridas botellas que rodean al cubo.
Rojo, verde, café, y un turbio amarillo.
El hombre toma un descanso, el carrito de raspados se interpone entre un tercero, con el que platica fraternalmente nuestro personaje.
El hombre recargado ligeramente en el carrito, presume escotes en su camisa, tanto a la altura del cuello, como a la altura del cinturón, con sendos triángulos. Uno apunta hacia abajo y uno apunta hacia arriba.
Santo Grial.
El hombre desenfadado, sin interrumpir su charla, rasca sus genitales, a veces con fuerza, a veces suavemente, otras veces pareciera que los pellizca.
Su rostro no comunica satisfacción, sigue ecuánime, tibio.
Ni su plática ni su comezón genital cesan.
Escribido por Un tal Juan siendo estas las 9:01 AM
6 Comments:
jajajaja horror!!! aun asi deme una de tamarindo!! jajaja xD
Hoy que iba en el metro me tocó ver algo similar: un sujeto de esos oficinistas que se visten con camisas color verde pistache iba parado de frente a una viejecilla y aprovechó el momento en el que la señora dormitó brevemente para rascarse de manera muy entusiasta los genitales, yo sólo lo vi por atrás (no vi la acción de frente) y me dio tanto asco imaginar la acción que pudo haber dejado ciega a la viejecilla. Cerdo.
En notas relacionadas, ¿alguien compra raspados callejeros aún? ¿que no saben que en los OXXOs y tiendas hay congeladores con productos empaquetados e higiénicos. Estamos en el año 2010, no en 1930.
Ahhhh, la cotidianidad chilanga.
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NICE
Lo mejor de cuando los hombres se rascan los genitales (o en su defecto, se pellizcan) es cuando se paran de puntitas, como si fuera un requisito, uff, qué bonito!
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