Friday, July 24, 2009

Del karma y diversas maldiciones

Iba yo, decidido a visitar una de esas salas de cine de las que habla la gente, de esas en donde la película muda ya es cosa del pasado. Y pues que me pongo la chistera, me pulo la polaina y me dirijo al balcón donde mi prometida regaba unas margaritas. La clamo con un chiflido, la subo a mi caballo, y que nos vamos al llamado “cine”.

Veríamos Harry Potter, una vez realizada la transacción del papel moneda por el papel entrada fuimos a comprar algo para botanear, un pequeño canapé ¿qué tal un mactrío de Big Mac? Nos pareció una elegante idea.

Sentados en la sala de cine, guardando recato para no entrarle al alimento chatarra capitalista hasta que las luces se hubieran ido, esperamos y esperamos; hasta que una mujer clase media trabajadora aspiracional C-, entró a la sala a informarnos que –cito: “la chica de proyección tiró la película…” Quizá porque la película, plagada de blasfemias, transgredía profundamente sus creencias religiosas, quizá porque en Lord Voldemort vio a Satanás en persona, quizá seguía indignada con Emma Watson por enseñarle los pechos a su novio, para que este listillo, lo capturara en foto y subiera las imágenes a la red, e igual nomás por bruta.

Así que estuvimos entrando semi legalmente a varias salas en el cine, hasta llegar a la sala 4, en donde daban (como decía mi abuelo) la de Enemigos públicos.

Decidimos abandonar la práctica nómada dentro del inmueble (mejor para la dueña de mis quincenas, porque veríamos a Johnny Depp vestido como en los años 30 peleando contra Batman, -ella soñada).

El tema fue mi karma. Karma que no me he ganado, porque nunca me he burlado de la gente, nunca critico, nunca molesto a nadie; prácticamente sólo me falta un poco más de levadura, tener linaza y avena en el rostro y estar envuelto en una servilleta porque soy un pan, un pan de Dios.

Ándele, así mismo.

Con esto me refiero a que junto a mi había una mujer que no paraba de hablar, no tenía recato en bajar el volumen de su voz. Ya saben, haciendo comentarios obvios de lo que sucedía en la película, anunciando en cada cambio de escena el personaje que estábamos viendo: “ Ira, es la novia del otro” o “ira, ese es el de la cárcel” o semejantes.

Imperó en mi las ganas de pedirle con un amable gesto que guardara silencio, y con “amable gesto” quiero decir a recetarle un codazo en la boca, dejándole mi codo toda la película como un souvenir, cual lechón medieval. A su acompañante tal vez le hubiera servido también mi zapato con todo y su polaina, porque lejos de molestarle, la incitaba a seguir participando con la clase.

Exigía justicia, y cada vez que llegaba al límite permitido por el CEDENUE (Centro de Decibelometría de la Nueva España), la volteaba a ver pelándole los ojos a ver si por lo menos se callaba del susto, pero no. Yo quería para ella la hoguera, aunque no me fueron concedidos los castigos, no hubo fuego, vaya, ni siquiera azotes. Sólo me quedó cambiarme de lugar.

Pero eché una maldición al aire, extendiéndola como la urbi et orbi: todo aquel que se atreva a molestarme en un cine, será castigado, ¿cómo? Digamos que sus gónadas se verán involucradas.

Gracias por leer y por guardar silencio en los cines.


6 Comments:

Blogger Gabriela/undies said...

Pudo ser peor, te pudo haber tocado sentarte junto a Paul Reubens aka Pee-wee Herman.

11:20 AM  
Blogger Estefania said...

eso y mas te mereces por no tener la amabilidad de invitarme por pura cortesia, teniendo en cuenta mi estado, a ir al cine con tu prometida y contigo, jajajajaja asi que piensa si quieres volver a ir! por que la proxima puede ser que te encuentres a una señora cambiandole el pañal en el asiento al bebe que no deja de llora!

12:04 PM  
Anonymous Sergio Villagomez said...

Al menos no te toco alguna gorda aficionada a Robert Pattirson en la pelicula de Crepusculo, dios mio ese dia si que me la pase mal, sobre todo por que era de esa gente que habla y habla de la pelicula.. pero si alguien mas habla tiene el cinismo de decirle "callate que no me dejas oir"... con todo y voz de carcelera del penal ccon una pizca de paquita la del barrio

Ojala hayan disfrutado la pelicula despues del cambio de lugares

Saludos!!

7:29 PM  
Anonymous Hna. said...

Yo también odio a la gente parlanchina en el cine. Pero eso te pasa por querer ver Harry Potter antes que yo y sin invitarme!!!!!

Puritito karma!

4:12 PM  
Anonymous El Autor said...

Uy señor Sergio pero déjeme decirle algo acerca de las visitas al cine en el tres veces H puerto donde reside; ¡ES DESESPERANTE!

Allá me tocó bastante más parlanchines, desmadrosos aderezados con la picardía característica del lugar. Un abrazo

11:26 PM  
Anonymous Sergio Villagomez said...

jajaja lo se mi estimado juanpis... es desesperante muchas veces ir al cine aqui en el tres veces H puerto.. de hecho cuando fui a ver la de harry potter a mi cuñado le toco a sus espaldas una chamaquita que solo pateaba el asiento de en frente (osea a mi cuñado) jajaja...

10:59 AM  

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