Sunday, October 05, 2008

Crónica de una demolición mal anunciada

Hace unas semanas, los que transitamos en nuestras carretas jaladas por burros, por el anillo periférico, empezamos a notar que algo raro sucedía en el panorama.

Era aquella semi-esféra blanca que se asomaba en el límite del estado de México y el D.F. conocida por toda la ciudad como el Toreo; estaba siendo lentamente desnudada de su cubierta de chocolate blanco –que según las leyendas tenía-, y no le dimos mucha importancia.


Pasaron los días y seguíamos notando que del paisaje se iba desdibujando el Toreo, aquel coloso inservible, pero a la vez querido por todos los que vivimos de este lado del ejido.
Mi primera reacción fue de enojo, honestamente no me pareció una buena idea lo que estaba pasando, pues efectivamente notábamos que lo que sucedía no tendría marcha atrás, lo estaban quitando lentamente.
Yo no había escuchado nada al respecto del plan malévolo de demoler el Toreo y dejar a estas y futuras generaciones sin ninguna clase de punto de referencia.

Era tan vistoso que recuerdo un día que regresaba de una misión en Monterrey, iba volando de regreso a la Metrópolis, solos yo, mi capa, mis rizos al viento y mi traje de kevlar, (porque los super héroes no tenemos que viajar en avión), y entrando al territorio, noté que íba volando justo arriba del periférico, alcancé a ver las Torres de satélite y luego ahí estaba reluciente nuestro agónico Coloso.

Imagino el caos que será cuando el Toreo sea retirado del cutis maltrecho de nuestra capital, nadie vendrá mas al estado de México. Aquella dirección de “pasando el Toreo” perdió validez. Ya veo a todos esos sureños con sus espigas de trigo en la boca, perdidos, preguntando, ¿Cómo llego a Satélite? ¿Dónde está el Toreo? ¿Quién se ha llevado mi queso? Y ese tipo de preguntas.

¿Qué pasará con el dibujito del Metro Toreo? ¿Cómo se verá desde el Google Earth? En fin, contestarme esas preguntas me asusta tanto que prefiero bloquearlas de mente. Y ni quiero pensar en mis vástagos, ávidos de conocimiento, interrumpiéndome a medio día mientras fumo mi pipa en mi mecedora, vestido con bata de satín, leyendo el periódico:
“Padre ¡oh! Excelentísimo, ¿qué era el Toreo de cuatro caminos?”Y yo sin poder responderles con temple, pues las lágrimas de la añoranza se salían de mis ojazos, me verán sucumbir ante el dolor otrora de lo que hoy estamos viviendo.

Lo que de plano no me parece, es que no necesitamos otro centro comercial, que dicen construirán en aquel lugar.


Por último, si por alguna razón algún interesado o involucrado en el proyecto “Acabemos con los íconos de los mexiquenses” llega a leer este texto, le voy a brindar una idea, ya que soy una persona comprensiva; Si van a construir algo háganlo con la fuerza icónica que tenía el Toreo, que hoy vive su acelerada extinción.
Otra cosa que me dió coraje es que nunca pude tocar ahí.
Gracias por leer
PAZ

4 Comments:

Blogger Gabriela/undies said...

Para mi siempre fue como un iglú gigante y sí, se ha perdido un gran punto de referencia para cuando vaya a dar mis viajes al norte de la ciudad -cargando mis cajas de huevo amarradas con mecate- y diga "y ´ora, ¿dónde está el toreo?, así no no mi hallo", de hecho ese sería un gran título para el próximo éxito taquillero de la India María.

7:01 PM  
Blogger Un tal Juan said...

La india María en: ¡Ansina no mi'allo!
Un documental de la demolición del Toreo

8:58 AM  
Anonymous Anonymous said...

Si es horrible! Punto de referencia, si. Pero horrible e inútil.
Pero, tampoco me parece que construyan un nuevo centro comercial. Hay dos al lado del toreo! Deberían poner una área verde, esas si son necesarias.

Y a mi me preocupa tu salud mental. Qué será de ti, si es que el 'viaducto elevado' tapa la vista de las Torres de Satélite???

5:24 PM  
Blogger Un tal Juan said...

Uy! muero!

6:00 PM  

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